jueves, 14 de julio de 2016

Una libra de cadera, no es cadera...

Una libra de cadera no es cadera,
dos libras de cadera no es cadera,
tres libras de cadera no es cadera.

Tú la tienes toda por eso te ves buena.

Te ves bien buena, El General.



Los cánones de belleza varían con el tiempo, responden a estereotipos puntuales y, a veces, hasta contradictorios, por una lado tenemos el arquetipo de modelo, delgadas a más no poder, flacas, secas y sin el valor añadido de un buen par de nalgas. Por otro lado las hay exhuberantes, con un par de tetas que se bambolean al caminar y unas caderas para pecar por las escaleras (diría Joaquín), sin embargo existe el punto medio, ese bendito punto medio, que curiosamente no está conforme con lo que tiene y busca adelgazar como las unas, estilizando su figura, ó como las otras, añadir volumen a partes específicas de su cuerpo que la naturaleza no rellenó como ellas hubieran querido.  

Así, las hay aquellas que ponen en práctica la dieta de la luna, que si la vegana o la macrobiótica, que sí el ying y el yang, que el horóscopo o el oráculo. Si me lo preguntan, y sólo si me lo preguntan, cuando se ponen a dieta... sí, se les nota... pero el hambre en la cara, pero qué necesidad, para que tanto problema (diría Juanga), si tú la tienes toda y por eso te ves bien buena. 

Desde ya, un abrazo.

Al lugar donde has sido feliz.



En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Peces de Ciudad. Joaquín Sabina.




Camino las calles de una ciudad extraña, he vivido aquí por más de 20 años y sin embargo mi filia no ha cambiado, sé que no pertenezco a este lugar, pese a que aquí he tenido a mi esposa e hijos, casa y mascotas, que sobra decir son familia, sin embargo, la gente no es la misma, ni su corazón y no tiene la actitud regocijante del choco, ni su hablar florido sin miedo ni inhibiciones… ¿O sólo será que la ciudad en que crecí e hice a mis mejores amigos forma parte del conglomerado de cosas que el tiempo se ha llevado? ¿Será la distancia la que me sumerge en ese estado de eterno deseo nostálgico? ¿Quién lo sabe? 


Y aunque practico la sabia recomendación de Joaquín, la de no volver al lugar donde he sido feliz, el deseo, como los años, aumenta con el paso del tiempo… melancolías aparte y dada la oportuna iniciativa de Eric he tenido contacto con amigos que hace 20 años no veía. Todos hemos cambiado, creo que para bien, sin embargo, al ver las fotos donde están reunidos creo que el tiempo se ha detenido, ha dado un vuelta de tuerca y regresado muchos años, en el fondo, muy en el fondo seguimos siendo los mismos jóvenes precoces, parlanchines y borrachales que durante una parte de nuestra vida fuimos. ¡Mierda! Creo que el bote de frutsi que pateé cuando niño aún no ha terminado de caer (tergiversando a Dylan Thomas).


Algún día me daré una vuelta por allá y visitaré, junto a ustedes, cada lugar que guarda un recuerdo para mí, hasta entonces los envidiaré silenciosamente.

Desde ya, un abrazo.

viernes, 1 de julio de 2016

Mmmm yomi, yomi...



La lascividad humana no conoce límites, a veces es un atisbo de los instintos que la educación ha sepultado bajo una suerte de mascarada cortés y simplona, otras es la más perfecta perversión disimulada de encanto, otras súbita complicidad, unas más un golpe de suerte en el que un escote dejar ver más de lo debido.

De tal manera que un inocente descuido puede ser para otros fuente de las más oscuras pasiones. Lo que me resultó curioso fue el género del voyerista, la chica más enfermiza que he visto, su mirada oscura, su lengua reptando en un gesto de previo regocijo y juro haber escuchado un "yomi, yomi" entre dientes mientras el culo peludo de un joven se bamboleaba al aire al servirse agua del despachador. 
 
Desde ya un abrazo. 

Con grandes aspiraciones.

Sólo quiero ser un viejo decrépito, rabo verde y borracho, como Buk.