viernes, 1 de julio de 2011

Un viernes negro.

¿Cuándo comenzamos a pensarnos indispensables? ¿En qué momento creímos que nada ni nadie podría tocarnos? ¿Cómo pudimos pecar de ingenuos?  

Hace poco tiempo supusimos que las cosas mejorarían, siempre he esperado que mejoren, año con año me digo a mí mismo que mejorarán, hasta el día de hoy en que tengo la certeza de que eso no pasará porque inocentemente dimos posada al enemigo y no sólo vive en casa, además, es él el que manda.

Hoy ha sido un día decepcionante, de esos que sólo deseas que acaben y que se lleve las malas nuevas que trajo. No exagero si digo que hoy fue un viernes negro en el que grandes amigos han caído -laboralmente hablando-. Dios los bendiga.

Desde ya, un abrazo. 

Con grandes aspiraciones.

Sólo quiero ser un viejo decrépito, rabo verde y borracho, como Buk.