viernes, 20 de noviembre de 2020

Alternativa

Yacía alcoholizado en una banca en el parque, bajo su ropa harapienta atesoraba varios poemas. El sol de la mañana despertó su aletargado cuerpo, se estiró pero el frío que calaba profundo le hizo encogerse, encendió una colilla que vio tirada por ahí, sonrió satisfecho y recordó que se había soñado siendo esposo y padre de familia, en ese sueño su vida era un festival de batallas, reproches y sexo de mantenimiento, pero solo era eso, un puto sueño. Sabía que su vida no era buena pero la alternativa le parecía bastante peor. 


Tranquilidad

Esa turbia paz,

latente

bajo la almohada,

fragmenta 

el lecho. 

Suicida


 

Podría ahogarme, 

plácidamente, 

en el mar de la tranquilidad 

que son tus ojos.

 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Esa negrita

 


Esa negrita que va caminando
esa negrita tiene su tumba'o
y cuando la gente la va mirando
ella baila de la'o
también apreta'o, apreta'o, apreta'o 
 
La negra tiene tumba´o, Celia Cruz.
 
 
Sus caderas lo son todo !Pero todo! su andar abarca la total extensión de mi mirada y aunque un dedo no tapa el sol, sus nalgas sí que lo eclipsarían. El mundo desaparece mientras camina... su natural movimiento de caderas provoca que planetas salgan de sus órbitas, choquen las estrellas y que yo, mustio, la espíe.
 
Ella parece no notar el efecto que tiene sobre las mareas y sobre mis febriles sueños: contemplo sus caderas desnudas, sus nalgas redondas, me yergo impaciente por introducir mi miembro en el culo más hermoso del mundo pero, en esta nebulosa fantasía, rompe el silencio un lejano maullido que me despierta. Mi gata ronronea sobre mi pecho.
 
Sus caderas lo son todo !pero todo! pienso mientras le dedico sendas !pero sendas puñetas!
 

martes, 17 de noviembre de 2020

Gracias, tabaco.

 

Me abre la puerta y me habla así -momentos graves-:

"No quiero ser más el reposo del guerrero

sino el afán del desertor, y tú lo sabes".

Y conversamos y llenamos de colillas el cenicero.

Gracias, tabaco. Javier Krahe.

 

En la penumbra despertó, sintió ganas de fumar, se levantó puso la cafetera y esperó. Se helaban sus pies descalzos.

El olor del café recién preparado inundó la casa, avasallándolo todo, los gatos retozaban adormilados, el aroma apenas los inquietaba.

Salió a la terraza, era un noche clara, fría y airosa. El café en la taza calentaba sus manos y el tabaco hecho brasa iluminaba su cara.

Ella en su habitación dormía. Él despierto soñaba con otra y sus pensamientos, como el humo del cigarro, lo guiaban hasta ella… gracias tabaco.

 

martes, 3 de noviembre de 2020

Fumando espero.


Corre, que quiero enloquecer de placer

Sintiendo ese calor 

Del humo embriagador

 Que acaba por prender la llama ardiente del amor.

 

Fumando espero, Sara Montiel.

 

Diez para las nueve. Ella baja de su auto. Él revisa la hora y calcula, prepara un café y corrobora que su encendedor se encuentre en la bolsa derecha de sus jeans. Ella coge su bolso y pone la alarma a su vehículo, apenas y nota la hora. Él pondera el tiempo que le tomará llegar al sótano, ella camina desinteresada hacia la salida del estacionamiento. Él se apresura a bajar por las escaleras con su taza en mano.     

 

Cinco para las nueve. Él, estando afuera del sótano, faja su camisa, acomoda sus jeans y se ajusta la chamarra. Del otro lado del edificio, ella mira las filas que las personas forman al intentar registrar a sus recién nacidos. Él se recarga en la pared y enciende un cigarro. 

 

Nueve en punto. Ella camina entre volutas de humo de tabaco, pasa frente a él, él procura sincronizar su calada con el paso desinteresado de ella. Se miran, se ignoran... y el humo se disipa.   

 

 


Con grandes aspiraciones.

Sólo quiero ser un viejo decrépito, rabo verde y borracho, como Buk.