Corre, que quiero enloquecer de placer
Sintiendo ese calor
Del humo embriagador
Que acaba por prender la llama ardiente del amor.
Fumando espero, Sara Montiel.
Diez para las nueve. Ella baja de su auto. Él revisa la hora y calcula, prepara un café y corrobora que su encendedor se encuentre en la bolsa derecha de sus jeans. Ella coge su bolso y pone la alarma a su vehículo, apenas y nota la hora. Él pondera el tiempo que le tomará llegar al sótano, ella camina desinteresada hacia la salida del estacionamiento. Él se apresura a bajar por las escaleras con su taza en mano.
Cinco para las nueve. Él, estando afuera del sótano, faja su camisa, acomoda sus jeans y se ajusta la chamarra. Del otro lado del edificio, ella mira las filas que las personas forman al intentar registrar a sus recién nacidos. Él se recarga en la pared y enciende un cigarro.
Nueve en punto. Ella camina entre volutas de humo de tabaco, pasa frente a él, él procura sincronizar su calada con el paso desinteresado de ella. Se miran, se ignoran... y el humo se disipa.
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