martes, 17 de noviembre de 2020

Gracias, tabaco.

 

Me abre la puerta y me habla así -momentos graves-:

"No quiero ser más el reposo del guerrero

sino el afán del desertor, y tú lo sabes".

Y conversamos y llenamos de colillas el cenicero.

Gracias, tabaco. Javier Krahe.

 

En la penumbra despertó, sintió ganas de fumar, se levantó puso la cafetera y esperó. Se helaban sus pies descalzos.

El olor del café recién preparado inundó la casa, avasallándolo todo, los gatos retozaban adormilados, el aroma apenas los inquietaba.

Salió a la terraza, era un noche clara, fría y airosa. El café en la taza calentaba sus manos y el tabaco hecho brasa iluminaba su cara.

Ella en su habitación dormía. Él despierto soñaba con otra y sus pensamientos, como el humo del cigarro, lo guiaban hasta ella… gracias tabaco.

 

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Con grandes aspiraciones.

Sólo quiero ser un viejo decrépito, rabo verde y borracho, como Buk.