viernes, 20 de marzo de 2020

Dos de azúcar, por favor...



Soy dulce como el melao
alegre como el tambor
llevo el rítmico tumbao 
llevo el rítmico tumbao 
de África en el corazón  

Azúcar Negra, Celia Cruz.


Ella caminaba, yo estaba sentado y era objeto de las recomendaciones de la estilista. Ha pasado mucho tiempo desde aquella ocasión en la que a través del espejo de la peluquería te observé embelesado, caminabas con ese rítmico tumbao...

Quién diría que ese dulce melao, ese rítmico tumbao y el azúcar negra de tu cintura, endulzarían mi café por las mañanas y, en las nocturnas horas, mi cama. 


jueves, 19 de marzo de 2020

Macho Men...

De diminuta talla, de andar gracioso, de pasos cortos y simpáticos, Macho Men, es un Dachshund iracundo y caprichoso, con la altivez de los canes idolatrados. Él suele situarse entre los dos e impide a mordiscos que cruce una línea imaginaria entre tú y yo.

Él custodia el coño negro de su ama, mi mano serpenteando sobre su pierna toma la retirada tras el centelleante mordisco en mis falanges, ante la travesura el perrito se lleva el regaño de su vida "mi amor, no hagas eso! tontito...". Apresuro un café y me despido.

En el zaguán, ella con un beso breve me dice adiós y me da la espalda, el paticorto meneando el rabo se aleja, podría jurar que va sonriendo.   

miércoles, 18 de marzo de 2020

La historia de mi vida

En la oscuridad, la soledad reptaba por las dunas de tu cuerpo -yo, en las sombras, fumaba delicados- hará dos décadas que te ví bajo la sombra de un multifamiliar y sentí la necesidad de cortejarte -un niño regordete corría hacia tí-, sin reunir el valor caminé sin detenerme. Imaginé, mientras llegaba mi colectivo, que te enamorabas de mí y hacíamos una vida juntos. Repito, imaginé...








martes, 10 de marzo de 2020

El amor es un hijo de puta

-Tuvimos tres buenos años
-Si fueron cinco
-Pero sólo tres fueron buenos
(Tergiversado)
Hasta el último round.


En el atardecer de las relaciones, en esa hora que precede a la nocturna tranquilidad del adiós, sentimos la necesidad de perdonarnos y de hacer un último esfuerzo por recuperar nuestra fallida relación, inmediatamente después de tomar esa decisión, el cobrizo sabor del arrepentimiento nos llena la boca, sabemos que hemos cometido un error y que las cosas deben caer por su propio peso.

Y sí, tuvimos "3 buenos años"...

miércoles, 4 de marzo de 2020

Doce horas

En la aurora,
la embriagadora calidez de tu cuerpo
En el ocaso,
el frío desasosiego de las cosas que se acaban y no...
 

martes, 3 de marzo de 2020

Tu pum pum...


Tu pum pum, mami, mami,
no me va a mata,
tu pum pum, mami, mami,
no me va a mata (...)

El General

Ella caminaba frente a mí... he de decir que pocas cosas se mueven con vida propia, esas nalgas eran una de ellas, mi mirada se depositaba en el horizonte y un sol crepuscular iluminaba su trasero -en mi mente, el General repetía: Tu pum pum, mami, mami, no me va a mata- sostuve la mirada alejándola de esa parte de su naturaleza. Ella no sabía si apretar el paso con el resultante bamboleo de nalgas o aminorar la velocidad de su andar, cosa que alargaría la agonía de desear verla y no poder hacerlo, sin duda ella era conciente de que cualquiera de esas decisiones tendría serias consecuencias, pasos adelante, yo sólo pensaba en el coro de aquella canción de los lejanos años noventa en la que Fransheska cantaba "menéalo un poquito, menéalo suavecito (...) Hay que sacudir ese polvorín de una forma ágil" y yo, sí, sólo miraba hacia el horizonte y silbaba el coro de esa canción de los lejanos años noventa...

Castígame...

Castígame
Sé que me he portado mal
Diviértete
Sé que gozas y me gusta

Pervert pop song, Plastilina Mosh


De pequeño nunca me sujetaron las manos -el recuerdo de tu figura, de esa parte de tu figura vuelve a mí-  y esas malditas bolsas simuladas me parecieron inquietantes y antinaturales, el hecho de que una de ellas interrumpiera el contorno natural de tus nalgas me parecía groseramente irreal -en mi mente tus pompas como motas de algodón van y vienen al compás de tus pasos- En la colina de tu piel, en esa redondez extrema, un pliegue de tela obtaculizaba el recorrido cortando el horizonte. No lo habría notado, de no ser porque es imposible no notar la redondez de tu culo.

Sin pretensiones mi mano comenzó una exploración furtiva, acercóse tímida y asustadiza, tocó, sujetó y analizó un pliegue que simulaba ser una bolsa en la parte delantera de tu pantalón, se preguntó por las intensiones del diseñador, recorrió con las yemas su constitución, preguntándose los porqués de ese artilugio, sin querer acarició apenas tu cadera hasta colocarse en tu glúteo derecho en el que esa especie de bisel inconcluso se postraba abaratando la experiencia. Primero, lo sujeté con delicadeza cavilando su finalidad -aquí noté, casí como una revelación, que estaba tocándote el trasero- y te pregunté por las razones de su existencia, me decías que era para que no se marcara las bolsas, por ello sólo simulaba tenerlas. Noté que mi mano en tu pompa no te molestaba -me pregunté el porqué pero no quise externar la pregunta para evitar una situación que finalizara con mi mano lejos de tu nalga- un vehículo se estacionó frente a nosotros...

Bajábamos en el ascensor, comenté que después de todo terminaron por gustarme esas bolsas simuladas y que la que más me gustaba -mi mano dueña de sí misma se situó en tu nalga izquierda- era la trasera. Me miraste soprendida, sólo espeté: lo lamento tenía que hacerlo... me golpeaste tiernamente en el hombro y sonreímos tontamente: castígame, castígame, sé que me he portado mal, diviértete, sé que gozas y me gusta...


Con grandes aspiraciones.

Sólo quiero ser un viejo decrépito, rabo verde y borracho, como Buk.