Yacía alcoholizado en una banca en el parque, bajo su ropa harapienta atesoraba varios poemas. El sol de la mañana despertó su aletargado cuerpo, se estiró pero el frío que calaba profundo le hizo encogerse, encendió una colilla que vio tirada por ahí, sonrió satisfecho y recordó que se había soñado siendo esposo y padre de familia, en ese sueño su vida era un festival de batallas, reproches y sexo de mantenimiento, pero solo era eso, un puto sueño. Sabía que su vida no era buena pero la alternativa le parecía bastante peor.
viernes, 20 de noviembre de 2020
Alternativa
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Esa negrita
esa negrita tiene su tumba'o
y cuando la gente la va mirando
ella baila de la'o
también apreta'o, apreta'o, apreta'o
martes, 17 de noviembre de 2020
Gracias, tabaco.
Me abre la puerta y me habla así -momentos graves-:
"No quiero ser más el reposo del guerrero
sino el afán del desertor, y tú lo sabes".
Y conversamos y llenamos de colillas el cenicero.
Gracias, tabaco. Javier Krahe.
En la penumbra despertó, sintió ganas de fumar, se levantó puso la
cafetera y esperó. Se helaban sus pies descalzos.
El olor del café recién preparado inundó la casa, avasallándolo
todo, los gatos retozaban adormilados, el aroma apenas los inquietaba.
Salió a la terraza, era un noche clara, fría y airosa. El café en
la taza calentaba sus manos y el tabaco hecho brasa iluminaba su
cara.
Ella en su habitación dormía. Él despierto soñaba con otra y sus pensamientos, como el humo del cigarro, lo guiaban hasta ella… gracias tabaco.
martes, 3 de noviembre de 2020
Fumando espero.
Corre, que quiero enloquecer de placer
Sintiendo ese calor
Del humo embriagador
Que acaba por prender la llama ardiente del amor.
Fumando espero, Sara Montiel.
Diez para las nueve. Ella baja de su auto. Él revisa la hora y calcula, prepara un café y corrobora que su encendedor se encuentre en la bolsa derecha de sus jeans. Ella coge su bolso y pone la alarma a su vehículo, apenas y nota la hora. Él pondera el tiempo que le tomará llegar al sótano, ella camina desinteresada hacia la salida del estacionamiento. Él se apresura a bajar por las escaleras con su taza en mano.
Cinco para las nueve. Él, estando afuera del sótano, faja su camisa, acomoda sus jeans y se ajusta la chamarra. Del otro lado del edificio, ella mira las filas que las personas forman al intentar registrar a sus recién nacidos. Él se recarga en la pared y enciende un cigarro.
Nueve en punto. Ella camina entre volutas de humo de tabaco, pasa frente a él, él procura sincronizar su calada con el paso desinteresado de ella. Se miran, se ignoran... y el humo se disipa.