Ella venda mis ojos y me sujeta a la cabecera de la cama, ésta resistirá sin duda. Sobre mí, aprieta la soga alrededor de mis muñecas y antes de incorporarse muerde una de mis tetillas, se cerciora que mi tobillos estén fuertemente atados, recorre mis piernas y besa mi regordeta panza. Su rostro se acerca al mío, susurra algo, muerde mis labos y jala mis cabellos, me quejo y al hacerlo, me amordaza... Estoy a su merced y me gusta.
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