Mi padre en medio de su desesperación y de su declive económica acudió a mi hermano para decirle que ya no iría más al negocio, porque ya no tenía caso, por que ya no se vendía, porque "este arroyo ya se secó, hijo", lo decía con ese llanto que viene del fondo de un alma despedazada, decepcionda, cansada. Este "arroyo ya se secó, hijo" fue la oración que mi padre dijo a mi hermano y que nadie más oyó. Mi padre, quien desde hace doce años o más emprendió una búsqueda espiritual costándole ello el cambiar de religión, hábitos y costumbres. Días después fue como acostumbraba a la iglesia cristiana, el pastor que predicaba en ese momento al ver a mi padre lo conminó a acercarse y le dijo "dice mi Dios que te diga que este arroyo aún no se ha secado", palabras más, palabra menos.
Hay cosas que la mente humana no puede explicar, la fe es una de ella, por ésta se han cometido las más grandes atrocidades y el ser humano susceptible a atribuir cualquier evento inexplicable racionalmente lo hará a través de la fe. Yo, aún y cuando soy de las personas que pretenden superponer a cualquier cosa una razón cavilada concienzudamente antes que un "Aleluya", debo admitir que no logro comprender racionalmente esto que me contó mi hermano...
No doy fe de este testimonio, pero en verdad espero que haya alguien por encima de nosotros esperando que lo dejemos habitar en nuestros corazones y que con eso, con ese solo hecho, quedemos satisfechos. Mientras su llamado me llega seguiré pecando.
Desde ya, un abrazo.
Hay cosas que la mente humana no puede explicar, la fe es una de ella, por ésta se han cometido las más grandes atrocidades y el ser humano susceptible a atribuir cualquier evento inexplicable racionalmente lo hará a través de la fe. Yo, aún y cuando soy de las personas que pretenden superponer a cualquier cosa una razón cavilada concienzudamente antes que un "Aleluya", debo admitir que no logro comprender racionalmente esto que me contó mi hermano...
No doy fe de este testimonio, pero en verdad espero que haya alguien por encima de nosotros esperando que lo dejemos habitar en nuestros corazones y que con eso, con ese solo hecho, quedemos satisfechos. Mientras su llamado me llega seguiré pecando.
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